jueves, 5 de diciembre de 2013

Cuidando el monte...

Regeneración del monte.
En la entrada de hoy, trataremos el tema de la conservación de nuestros montes.

Durante siglos nuestro país ha sufrido una gran presión antrópica, transformando y adaptando nuestros campos y montes a las necesidades humanas, transformando millones de hectáreas en zonas de cultivo y pasto para el ganado.

Con la llegada del siglo XXI y el progresivo abandono de las actividades agrarias y ganaderas, se ha producido también el abandono de esas millones de hectáreas que en la actualidad están dejadas a su suerte y donde la naturaleza vuelve a reclamarlas como suyas. Según el Anuario de Estadísticas del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, desde 1992 hasta la fecha se han abandonado más de dos millones de y medio de hectáreas, de las que aproximadamente 600.000 han pasado a ser consideradas de uso forestal. Así, se ha precisado que este incremento supone una ampliación del 15 por ciento de la superficie forestal en los últimos 40 o 50 años.

A priori de lo positivo de la noticia, cabe destacar que es necesario una adecuada planificación y gestión forestal de estos terrenos para hacer frente al aumento de riesgo de incendios forestales creado como consecuencia de dicho crecimiento.
Durante el proceso de regeneración de un ecosistema las primeras especies pioneras que colonizan estos terrenos abandonados son los matorrales, alternando con alguna especie arbórea (generalmente pináceas) y dicho matorral sin la adecuada fauna o ganado que regule su crecimiento se convierte en una bomba de relojería que combinándose con una elevada temperatura, baja humedad y viento, puede generar un grave incendio forestal, como los ocurridos en Cortes de Pallás y Andilla en el verano del 2012 en Valencia.

Por ello y para evitar que fenómenos como estos se repitan hay que garantizar el cuidado de nuestros bosques, fomentado el empleo en zonas rurales, el turismo rural, concediendo ayudas a los ganaderos, gestionando adecuadamente explotaciones forestales así como llevar a cabo proyectos de utilización de biomasa.

Por otro lado, todos podemos contribuir al cuidado de nuestros montes con actuaciones como la que detallo a continuación.

Cerca de mi vivienda del pueblo, seleccioné una zona que antaño sería un campo de almendros, hoy abandonado y donde la naturaleza se ha ido expandiendo colonizando el terreno con algunos matorrales, numerosos pinos y enebros. Todos ellos creciendo bajo los cuidados que les he ido proporcionando a lo largo de unos cuantos años, ayudando de esta manera a la regeneración del monte.
 

Los cuidados que he ido realizando a lo largo de estos años han sido simples podas para favorecer el crecimiento vertical de los pinos, plantación de otras especies como encinas (Quercus ilex) u otras especies de pinos como Pinus pinaster y p. pinea y algunas medidas para evitar la erosión.
 

Aprovechando las fechas en que nos encontramos y ya que las plantas se encuentran en parada vegetativa me he decidido a realizar unas podas en los pinos.
 
 En los ejemplares más altos, al cortar las ramas procuro dejar unos centímetros de separación del tronco para poder trepar a ellos cuando sea necesario y de esta manera instalar unas futuras cajas nidos.
 
Cajas nido 100% artesanales.

 El pino carrasco (Pinus halepensis) si se encuentra aislado y no tiene competencia lateral, como los que se encuentran en este terreno, tiende a desarrollar su crecimiento hacia los lados, ocupando mucho espacio, con las ramas tocando el suelo y con escaso crecimiento en altura. Favoreciendo además que en caso de incendio ardan completamente. Por ello es necesario en sus primeras etapas de crecimiento una buena poda, eliminando ramas laterales y dejando el tallo principal para que crezca recto y en altura.

Antes
Y después
 
Antes
 Y después

 
 Como se puede apreciar en las imágenes el suelo es bastante pedregoso y desprovisto de vegetación protectora. Para evitar la erosión y aportar una cubierta que retenga algo más la humedad, suelo distribuir los restos de las podas por debajo del pino podado o en las zonas con más pendiente para evitar la escorrentía y la consiguiente pérdida de suelo.
 
Por otro lado, aprovechando la abundancia de material, a los ejemplares más pequeños después de la poda, cubro la base con piedras para que realicen la misma función protectora.

Pequeños ejemplares de Juniperus communis

 El pino es una especie que aguanta muy bien las podas, por lo que se le pueden cortar muchas de las ramas laterales sin problemas. De esta manera garantizamos su crecimiento vertical y del mismo modo evitamos que en caso de incendio este alcance las copas.

 

 Desde aquí, animo a todos aquellos que cerca de donde vivan y donde encuentren alguna parcela abandonada que se esté transformando en zona forestal, que le echen una mano a la naturaleza y que ayuden a los árboles o arbustos que están creciendo, a que se desarrollen correctamente.
La naturaleza nos lo agradecerá y unos años tendremos un bonito paraje, con su fauna y flora complementaria, que habremos cuidado nosotros mismos y de lo que podremos sentirnos orgullosos, ya que esos árboles seguirán ahí mucho tiempo después de que nosotros ya no estemos.